lunes, 14 de marzo de 2011

Discriminación y conmoción en Bolivia.

BOLIVIA
Consideraciones sobre un acto de discriminación:
Amalia Laura Villca, el coraje de la mujer india

por Desiderio Copa Ayala
(del periódico mensual indigenista Pukara)


Amalia Laura Vilca, ahora de 23 años de edad, fue kuraka, máxima autoridad del pueblo de San Pedro de Buena Vista del Norte de Potosí, y es ejemplo de la lucha y superación de nuestro pueblo y particularmente de la mujer india.
Impulsada desde niña por su familia y especialmente por su padre, nunca se avergonzó de su raíz nacional quechua, de sus rasgos físicos ni de su cultura, encontrando en el estudio la forma de luchar por la emancipación a la que todos aspiramos. A pesar de las dificultades económicas y de la discriminación social que se evidencia en nuestras escuelas, ella logró culminar sus estudios primarios y secundarios. Eso es un hecho notable, pues si la educación que es ya difícil para cualquier niño indio, para la mujer es mucho más difícil, pues la actual ideología subestima y posterga la capacidad de nuestras hermanas, no sólo por el actual sistema, sino a veces por nosotros mismos en nuestras comunidades. Esta realidad socio- lógica es una de las que tenemos que transformar y para ello des- hacernos de la actual ideología que viene de occidente y que vehiculiza el gobierno de que vivimos en el mejor de los mundos con nuestra cosmovisión, que respecto a la mujer sería el famoso «chacha warmi» que sirve nada más que como pretexto para que se hagan millonario ciertos «conferencistas» contando al público extranjero fantasías sobre los indios.

Terminados sus estudios secun- darios Amala decide estudiar en la universidad, en una de las ciudades grandes de Bolivia. Sin embargo, su padre se opone, no porque no quiere la superación de su hija, sino porque sabe la discriminación que existe en Bolivia y no quiere que su hija sufra lo mismo. A pesar de esa oposición Amalia Laura Villca se inscribe en la Facultad de Derecho de la Universidad Mayor de San Si- món, UMSS, de la ciudad de Cochabamba. Y allí empieza su calvario. A pesar de ser alumna destacada, desde los primero cursos sufre discriminación y es humillada por varios docentes por vestirse con pollera, la vestimenta tradicional de las mujeres indias en Bolivia, y por peinarse con las características trenzas. Ella indica que todo ese tiempo mantuvo silencio, por temor a que los docentes la reprueben en alguna materia. Irónicamente, muchos de esos docentes en sus clases imparten ideología izquierdista y alabanzas al actual gobierno. El acoso llega al extremo de que por su forma de vestir es sacada del aula por un docente, junto a otra cholita, compañera de estudios. Por ello, su compañera desertó los estudios, pero ella regresó, aunque pensando si sería conveniente cambiar su pollera por pantalón o faldas.
Cuando escoge la especialidad de Derecho Laboral, se burlaban de ella, indicándole que sus estudios sólo le servirían para «asesorar a las empleadas domésticas». Cuenta que cuando
obtuvo trabajo como amanuense en la Corte Superior de Distrito, los funcionarios le preguntaban si ella era la empleada de servicios.

El colmo de la humillación y discriminación sucede al finalizar sus estudios en el 2010: «cinco años de estudio y cinco años de discriminación». Dentro de los «usos y costumbres bolivianos» está que cuando se terminan estudios universitarios para los egresados importan más las formalidades del acto que el hecho mismo de tener ya profesión. Esta mundanidad se llama «acto de graduación», en el cual se remedan las graduaciones que tienen lugar en los países del llamado «primer mundo», copiando togas, birretes y otras cosas ridículas para que nuestros estudiantes q?aras, blanco mestizos, momentánea e ilusoriamente se sienten parte del mundo europeo y norteamericano.
De acuerdo a esta mentalidad, los compañeros de curso de Amalia le presionan para que asista a ese acto, que debería llevarse a cabo el 26 de febrero, sin su vestimenta
tradicional, con un traje que ellos llaman «formal» y cambiando sus trenzas por otro tipo de peinado. Existe, previo al acto de graduación, otra formalidad que se llama la foto de promoción. Para esta foto Amalia se presenta, orgullosa y digna, tal como es. Sus compañeros y maestros no están contentos con esa foto, que para ellos es denigrante. El siguiente lunes después de la sesión de foto, los alumnos se reúnen para preparar los detalles del acto de graduación, reunión a la que Amalia no asiste. Allí los alumnos deciden, avalados por la decana de Derecho de la UMSS, Irma Ivanovick, retocar la foto para ocultar sus trenzas, su blusa y su pollera. La foto debía servir para las invitaciones y tal como está, con una india entre ellos, les resulta denigrante. De esta manera la personalidad y la imagen de Amalia son injuriadas, distorsionadas y humilladas.

Su primera reacción fue de no presentarse a la graduación y mucho menos invitar a sus padres a ese acto. Luego retomó su coraje.y denunció públicamente la discriminación de la que fue objeto por sus compañeros de curso, docentes y autoridades de la Universidad Mayor de San Simón, en Cochabamba. Amalia relató los hechos a la prensa y a instituciones esforzándose por contener las lágrimas. «Quiero que se respeten mis derechos. Quiero entrar al acto de graduación como soy, para que mi papá se sienta orgulloso. Ya me desanimé cuando tenía que salir bachiller, pero ahora que egreso he decidido no aguantar más humillaciones», señaló.

Al momento de redactar estas líneas no se sabe si el acto de gra- duación tendrá lugar, pues podría ser suspendido por el repudio y las acciones legales que se empren- dieron por esa denuncia. Otros opinan que debería mantenerse. El Capítulo Boliviano de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo, en comunicado público indica: «Nos sumamos a las voces de apoyo y solidaridad con Amalia Laura Villca y convocamos a las autoridades universitarias de la UMSS y de la Facultad de Derecho a que no se suspenda el ACTO DE GRADUACIÓN UNIVERSITARIA y más bien sea un actoquepuedarealzarladiversidad e identidad cultural, y que precau- tele el respeto a la dignidad huma- na, como una muestra de lucha contra la discriminación y el racismo.» El caso de Amalia se está convirtiendo en un caso definitorio de actitudes y de diagnóstico del racismo en Bolivia y de las actitudes para combatirlo.

Después de la denuncia pública, las autoridades bolivianas rápida- mente intervinieron en el asunto. La Ministra de Justicia Nilda Copa presentó una demanda por discriminación, indicando que la denuncia «la estamos haciendo en contra de los compañeros de curso y los vamos a hacer de oficio ante la Fiscalía de Cochabamba». Sin embargo, esa denuncia no alcanza a los docentes y autoridades universitarias implicadas. La misma ministra adelantó que Amalia es un símbolo de la discriminación y para reconocer su valentía le han dado su respaldo, ofreciéndole que presida el Registro Público de Abogados, pese a que todavía no es abogada, sólo egresada de la carrera de Derecho. «Estamos conscientes de que ella es egresada, pero estamos haciendo las gestiones para que ella presida esta repartición. Primero es la decisión. Estamos haciendo las gestiones», dijo Copa.

Por su lado, la directora de Desarrollo Humano de la Gobernación de Cochabamba, Celima Torrico, anunció que efectuará una representación institucional ante la Dirección Departamental de Educa- ción al rector de la UMSS, Juan Ríos. «No buscamos vulnerar la autonomía de la Universidad pero no puede existir esa discrimina- ción», afirmó Celima. La Asamblea Permanente de los Derechos de Bolivia, APDHB, pidió también investigar y sancionar a los responsables de ese fotomontaje por delito de discriminación y el viceministro de Descolonización, Félix Cárdenas, que también preside el Comité Nacional de Lucha Contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación, indicó que investigará para dar con los autores de ese acto de discriminación.

¿Qué lecciones sacar de este hecho de racismo que para nosotros, los indios, es cotidiano? Quiero esbozar tres consideraciones. Primero sobre una frase arriba indicada: «cinco años de estudio, cinco años de discriminación». Sucede que esos son también los cinco años de gobierno de Evo Morales. Tenemos un presidente arriba, cabeza de gobierno, con los privilegios de hasta tener avión propio, mientras los de abajo seguimos sufriendo la la exclusión y discriminación. ¿No era eso lo que estegobiernodebíasolucionar? Parece que el gobierno de Evo es inútil en ese sentido. De nada vale tener un indio de presidente si los indios seguimos siendo golpeados, discriminados y humillados.

Segunda consideración. Si las cosas siguen igual de mal para los indios, es seguramente porque las orientaciones de este gobierno están equivocadas en muchos sentidos. Se ha querido hacer ver al indio como si fuésemos de golpe solamente un discurso filosófico del «buen vivir» (qhapaq ñam, suma qamaña), olvidándonos del indio real. El indio real no vive ese discurso, vive una miseria material cotidiana, una exclusión social y una discriminación racial permanente, dándose así el caso de que quienes crean y repiten ese discurso del «buen vivir» son quienes discriminan a los indios. Esa ideología oficialista es ahora la oficial en nuestras universidades, pero sirve sólo para acrecentar el poder de los q?aras. Son ellos quienes crean ese discurso, quienes lo definen en la cátedra y a quienes les sirve para estar en funciones de poder, mientras que a los INDIOS REALES que nos parta un rayo, humillados, discriminados y excluidos del poder y hasta de la formación universitaria que conduce al poder.
Tercera consideración: Aquello que debería ser vergüenza para el actual gobierno lo utiliza más bien como propaganda. Algo aberrante y sin sentido. Cuando masacraron indios en Pando en septiembre de 2008 los del gobierno saltaron de alegría, pues encontraron pretexto de propaganda a costa de los indios para por fin tratar de vencer a sus enemigos de la Media Luna. Cuan- do patearon y humillaron indios quechuas en mayo del 2008 en Sucre, obligándoles a desvestirse y besar la bandera boliviana, el gobierno llenó los foros internacio- nales con la exhibición de nuestros hermanos lacerados. Ahora, cuando discriminan de tal manera a nuestra hermana Amalia, vicepresidente, ministros, senadores y burócratas de este gobierno asaltan los medios de comunicación para desgarrarse las vestiduras como fariseos.

En verdad de verdades, la masacre de Pando, el escarnio de quechuas en Sucre, la discriminación de la hermana Amalia Laura y muchos hechos políticos y dolorosamente personales de los indios en este periodo, no deberían ser orgullo del gobierno de Evo Morales sino más bien motivo de vergüenza. Son cosas que no debieron haber ocurrido de haber un verdadero indio como presidente. Los q?aras que gobiernan escondidos detrás del origen de Evo Morales hablan de que tener un presidente indio sirve a la autoestima de los indios. Nuestra autoestima está por los suelos con casos como los de Pando, Sucre y Cochabamba, o como cuando en Santa Cruz se negaron a izar en la plaza la wiphala y el gobierno aceptó humillado a eso. Conclusión: hay tareas incum- plidas que debemos terminarlas y para eso debemos barrer con el discurso actual que nos quiere encerrar en la metafísica de una falsa espiritualidad y cosmovisión. Si hay odio a Amalia Laura Villca, si se la quiere apartar del camino del saber y del conocimiento universi- tario es porque así se llega al poder, y no bailando alrededor de una fogata y quemando inmundicias en supuestos actos rituales, como lo hacen los q?aras oficialistas y jipis que usurpan y distorsionan la identidad india en la misma plaza de la misma ciudad de Cochabamba.

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