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Valoración moral Como dice la carta enviada por la Conferencia Episcopal a cada uno de los senadores nacionales, antes de la sanción de la ley, ésta es moralmente inaceptable, es decir, una ley inicua, a la que no sólo no se debe obedecer, sino a la que hay que resistirse por todos los medios pacíficos, como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica y Juan Pablo II en la encíclica El Evangelio de la Vida. Mons. Karlic, con motivo de esta ley, el año pasado, lo dijo claramente, “una ley injusta no es ley”. ¿Qué dice el texto? Analizado el texto, con razón decimos que esta ley es la legalización del aborto encubierto. La autorización implícita de productos abortivos, bajo el rótulo mentiroso de anticonceptivos, como los llamados “para la anticoncepción de emergencia”, convierten la ley en la legalización del abominable crimen del aborto, como lo llama Juan Pablo II. La anticoncepción de emergencia consiste en eliminar a la vida humana recién concebida, antes que anide en el útero de la madre, es decir, lo que llamamos “aborto temprano” o “aborto químico”. Para eso se utilizan “píldoras” específicas, llamadas “píldora del día después”, o incluso las “píldoras” de toma diaria, elevando sus dosis. Otro método de provocar el aborto, antes de la anidación del óvulo fecundado, es la inserción del DIU. Además, la Organización Mundial de la Salud, uno de los organismos más activos en la imposición de la “cultura de la muerte” en el mundo, reconoció oficialmente en mayo de 2000, que “los servicios de salud reproductiva”, deben “completarse”, con legislaciones que autoricen el aborto quirúrgico, es decir, el asesinato del niño no-nacido que por su desarrollo no puede ser eliminado por las “píldoras” o el DIU. La ley habla de “evitar embarazos no-deseados”. Con estas palabras lamentablemente, los legisladores han legalizado jurídicamente la peor de las discriminaciones. Admiten que puede haber seres humanos no deseados. Si ahora, algunos niños no-nacidos son calificados de no-deseados, mañana pueden ser calificados de la misma manera, personas ya nacidas, por ejemplo, enfermos o ancianos. Además, claramente, esta ley inicua pretende inculcar en la población la idea de que el embarazo es una enfermedad y que el sexo es un elemento de diversión, lo que es manifestación de la cultura egoísta en la que vivimos. La ley no elevará el nivel de salud de la población, sino todo lo contrario. Basta ver, por ejemplo, cualquiera de las instrucciones de uso de los anticonceptivos orales, para leer que advierten sobre el peligro de trombosis, enfermedades hepáticas, aumento de la presión arterial, hemorragias, etc. A la vez, funcionarios y legisladores dicen falazmente que esta ley está destinada, entre otras cosas, a evitar el embarazo adolescente y las enfermedades de transmisión sexual. En ningún lugar del mundo donde existen legislaciones similares ha ocurrido esto. Es más, por ejemplo, en España, en Estados Unidos o en el Reino Unido, tanto el embarazo adolescente como el contagio de enfermedades de transmisión sexual aumentan cada año, basta consultar para comprobarlo cualquiera de las revistas médicas de primer nivel internacional. Y aumentan también los abortos quirúrgicos entre las adolescentes, a pesar de que, por ejemplo en el Reino Unido, la “píldora del día después” se distribuye en los colegios y no hace falta receta médica para que las menores la adquieran en las farmacias (1). A eso llegaremos, si no reaccionamos con energía. Como los embarazos, llamados injustamente no-deseados, en adolescentes -y mayores- aumentarán, seguirán facilitando medios abortivos hasta llegar a legalizar el aborto quirúrgico. Lo que conseguirán, entre otras cosas, estos profetas del sexo libre, será destruir física y psicológicamente a los jóvenes, por incitarlos al uso precoz e inhumano del sexo. También dicen los funcionarios y legisladores que han impulsado la ley, que ésta es clave para erradicar la pobreza. En realidad, este tipo de leyes va a eliminar a los pobres, no a sacarlos de la pobreza. Sencillamente, el Estado no quiere o no puede dar respuesta al problema social que él mismo ha causado. Entonces, en lugar de crear las condiciones de desarrollo económico y social necesarias para eliminar la pobreza, esteriliza a los pobres. Paradójicamente, en este aspecto, el neoliberalismo económico ha colonizado ideológicamente a la izquierda supuestamente progresista, ya que ésta con el pretexto de defender unos supuestos derechos humanos de la mujer, apoya la marginación y esterilización de aquellos que dice defender. El verdadero significado de salud reproductiva La ley ataca radicalmente a la vida humana y a la familia, a la persona humana en todas sus dimensiones. Es una ley que trata de destruir la noción tradicional de familia, porque la familia en cualquier sociedad, es el reducto básico de la libertad humana. Se trata de una ley que responde al proyecto de reingeniería social mundial, ideado por las Naciones Unidas y sus organismos, entre ellos especialmente la UNICEF y el Programa para el Desarrollo (PNUD). Se inserta en la ideología del Nuevo Orden Mundial, que es radicalmente anticristiana y antihumana. Una ideología utilitarista, que niega la libertad, especialmente la libertad de conciencia. Una prueba es que la ley no contempla la objeción de conciencia, y que, a la vez, ya se oyen voces que protestan queriendo conculcar la limitada libertad que la ley “concede” a las instituciones privadas de salud y de enseñanza. Ante una verdadera avalancha de este tipo de leyes y proyectos, no sólo de salud reproductiva, sino también de otras que conculcan aún más la patria potestad, negando a los padres el derecho a educar a sus hijos; o de aquellas que pretenden abolir la libertad de enseñanza para implantar un pensamiento único, muchos han usado mal del recurso al “mal menor” y han caído en la tentación de “ceder un poco”, sin darse cuenta que hay verdades naturales en las que no se puede ni ceder ni conceder. Por eso, me parece un error por parte de los católicos, y una falacia por parte de los funcionarios y legisladores, enfocar este tema desde el punto de vista confesional. La defensa de la vida y la familia, no es un tema exclusivamente religioso. Si lo fuera, los ateos, ¿estarían autorizados a matar, o a sustraer a los menores de la autoridad y el cuidado de sus padres?. La Iglesia se opone a este tipo de legislación basándose en aquellas verdades implícitas en la misma naturaleza del hombre, y no en verdades “religiosas”. La Iglesia defiende a la persona humana que el Nuevo Orden Mundial quiere convertir en esclavo. | |
Pbro. Dr. Juan Claudio Sanahuja |
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