*COLOMBIA*
*EL DIARIO DE LA OLIGARQUÍA (EL TIEMPO) EXIGE:*
*"AFINAR LA ESTRATEGIA MILITAR"*
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EDITORIAL DEL DIARIO "EL TIEMPO" (DE COLOMBIA)
12 de Julio del 2011
El feroz ataque de las Farc la semana
pasada contra cuatro municipios caucanos les
ha recordado a los colombianos imágenes que
se creían parte del pasado. En Toribío,
Corinto, Caldono y Jambaló cayeron
asesinadas seis personas, quedaron heridas
más de un centenar y fueron destruidas
parcial o totalmente unas 500 viviendas.
La brutalidad de las tomas, en especial
de Toribío, y su carácter simultáneo
ratifican una capacidad operacional de la
guerrilla en esta área del suroccidente del
territorio nacional. Asimismo, debería
marcar el final del improductivo debate
sobre si el deterioro de ciertos indicadores
de seguridad es solo producto de la
percepción o del criterio editorial de los
medios de comunicación.
En menos de quince días, la subversión
golpeó de frente dos imaginarios que
simbolizaban logros de la política de
seguridad democrática: montó un retén en una
vía antioqueña y destruyó los cascos urbanos
de varios pueblos nortecaucanos. No
obstante, en el mismo período, tropas de las
Fuerzas Armadas infiltraron los anillos de
seguridad de 'Alfonso Cano', máximo líder de
esta organización guerrillera -quien se
encontraría en estos momentos en medio de
los operativos-.
Estas dos caras reflejan tanto los
avances como las falencias de la actual
estrategia militar. El cambio de las
dinámicas subversivas demanda hoy una
adaptación gubernamental más ágil. Retenes
en las carreteras, tomas de pueblos, ataques
con bombas, extorsiones rurales, masacres y
secuestros registran una preocupante
tendencia al alza en comparación con años
anteriores.
Tales delitos se agravan cuando se
analizan desde la perspectiva territorial.
En regiones como el norte del Cauca y el
departamento de Córdoba, los nueve años de
estrategias de seguridad no han generado los
mismos resultados que en otras zonas.
Además, los retos en las áreas rurales
difieren de los desafíos planteados por la
actividad criminal en los cascos urbanos.
En esa línea se enmarca el anuncio del
presidente Juan Manuel Santos sobre la
creación de un batallón de alta montaña en
Tacueyó. Al tener en la mira este corredor
estratégico de armas, drogas y pertrechos de
las Farc, a los narcos y las bandas, el
Gobierno esperaría con dicha decisión
detener tales muestras de control
territorial del frente sexto de las Farc.
Sin embargo, causó sorpresa la
siguiente declaración del Primer Mandatario
sobre la destrucción de las casas que los
guerrilleros usen para lanzar sus ataques.
Aunque el Ministerio de Defensa aclaró
después que las Fuerzas Militares harían una
evaluación previa de inteligencia, quedó un
peligroso sabor de retaliación contra los
civiles. Sin negar las dificultades
operativas que implica que milicianos se
camuflen entre la población, el Ejército no
debe incurrir en comportamientos que bordeen
la frontera de la violación del Derecho
Internacional Humanitario.
De hecho, el traslado de la cúpula
militar a Popayán en esta semana puede
convertirse en el escenario ideal para que
las Fuerzas Armadas desarrollen programas
complementarios de ayuda a los habitantes
afectados para ganar "mentes y corazones".
El estado de guerra en el Cauca no es
nuevo, así como no lo es en Nariño, Huila,
Caquetá, Putumayo y el Catatumbo. En esos
teatros de operaciones habrá avances, pero
también retrocesos. Al mismo tiempo, al
Gobierno le corresponde enfrentar el
deterioro en las ciudades y las percepciones
urbanas del delito callejero y la victimización.
Por esa razón, el mejor camino es
reconocer la situación y dejar atrás la
tentación de culpar a la 'politización' de
la seguridad o a los medios.
FUENTE: editorial@eltiempo.com.co
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