martes, 25 de enero de 2011

En pleno verano, la campaña electoral se muestra en todo su esplendor en la costa atlántica.

Yo, 2011

Por JUAN SALINAS BOHIL
Allí han recalado la mayoría de los políticos que tratan de convencer a quienes los escuchan que no se encuentran en campaña. Raro, porque un aspirante que se precie sabe que política se hace las 24 horas del día porque ya llegará -dicen los que saben- el tiempo del descando.

Fulano 2011, Mengano 2011 y Perengano 2011, son las pintadas tipo o carteles que aparecen en cualquier pueblo o ciudad argentina. Se entiende qué no digan a qué cargo aspiran porque existen muchos que pueden ir de presidente, vice, jefe de Gabinete, ministro, intendente, concejal, secretario, embajador o director general de cualquier repartición; pueden presentarse por cualquier partido formado o a crearse que esté o haya estado furiosamente enfrentado con quien los acompaña en su nuevo-viejo derrotero; pueden, también, renunciar al cargo para el que han sido elegidos antes de terminar su mandato para asumir otro de mayor envergadura traicionando el mandato de sus electores o, como ocurrió en el cercano 2009, presentarse para un cargo legislativo, ser electos y luego no asumir la banca para la cual fueron designados.

A este intríngulis político electoral se le suma la falta de democracia interna en la mayoría de los partidos en que "el consenso" para una lista única de candidatos ha reemplazado las elecciones internas. Extraña situación para quienes dicen defender la democracia de todos los males que la aquejan, menos, parece, de ellos mismos, si es que vamos a considerar la falta de soluciones que aportan hasta el momento en temas tan importantes como el de la inseguridad, la instalación en todo el territorio nacional del narcotráfico, el cambio de modelo económico o el pago de la deuda externa (del capital, no de sus intereses). Y siempre es lo mismo. Ahora, como otro menor asesinó a otra persona mayor, vuelven a blablear hasta el cansancio acerca de la edad de la imputabilidad de los menores.

A este doliente panorama político-electoral se le sumó en las últimas semanas el desopilante intercambio de opiniones entre jueces, legisladores y funcionarios del Ejecutivo (por lo que, fue el Gobierno todo que opinó en su totalidad) acerca del cumplimiento o no de una más que extraña ley que se muestra ilegal e inmoral y que obliga a la ciudadanía a participar en las elecciones internas de los partidos políticos. CORREO DE BUENOS AIRES se ha referido en su oportunidad a esta ley comparándola con la obligación que tendrían los propietarios de propiedad horizontal de votar en la elección del cualquier consejo de propietarios de otros edificios que no son los que habitan.

La clase política hace denodados esfuerzos por conseguir la participación de la sociedad a como dé lugar. Si fuese capaz de solucionar los problemas para los cuales fue elegida y cuidase con más esmero los dineros públicos, los ciudadanos demostrarían más interés en la política y en las organizaciones encargadas de llevarla a cabo. Pero si la "política" desfila por el accionar de punteros y piqueteros, verdaderos patrones del dinero de los contribuyentes, ese accionar se tornará una misión imposible mientras los políticos sigan girando sobre sí mismos hablando de cosas que sólo les interesan a quienes los entrevistan haciendo que muchos de ellos existan sólo gracias a los medios de comunicación y que, a su vez, éstos subsistan únicamente gracias a los políticos: un medular círculo vicioso.

Que las elecciones internas de los partidos políticos sean obligatorias es un desatino bizarro que sólo puede darse en un país como Argentina, cuando la misma obligatoriedad del voto debería ser anulada en todos sus aspectos como ocurre en los países civilizados del mundo a los cuales la dirigencia argentina intenta emular, pero sólo en algunos de sus aspectos, aquellos que les conviene, claro está.

¿Internas obligatorias para todo el mundo? ¡Vamos! Si ya se sabe cómo se fabrica el timo. En la interna "abierta" presidencial entre Bordón y Álvarez, los líderes del peronismo oficial ordenaron presentarse a votar masivamente por el primero para que perdiese el que consideraban un "traidor". Y Bordón, después de perder con Menem, consiguió, por lazos familiares, un premio de embajador en los EE.UU.

Veremos cómo responden los electores a este dislate "obligatorio" y si los políticos habrán de cumplir lo que legislaron en un país en donde se perdió un helicóptero en vuelo y parece que nadie lo tiene:
-¿Yo señor?
-Sí, señor.
-No, señor.
-¿Pues entonces quién lo tiene?

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