CABILDO - Por la Nación contra el caos |
LOS BURDELES DE SU SEÑORÍA Cuando creíamos que el modelo K había colmado nuestra capacidad de asombro en eso de envilecer a la sociedad, nos enteramos de que un juez de la Suprema Corte de Justicia dispone de una red de prostíbulos, funcionando en el centro porteño y distribuidos hasta ahora, en seis departamentos de su propiedad. Al quedar expuesto, el juez de “la corte ejemplar” inventada por El muerto,primero niega, aduce desconocimiento (como si no hubiera culpa en la absoluta desaprensión respecto de quiénes son y qué hacen sus inquilinos) y luego, sencillamente, dice que va a cambiar a los supuestos locadores, bromea ¡y aquí no ha pasado nada! Es difícil imaginar algún otro lugar del mundo donde —desde cargos similares— se explote la prostitución, sin provocar una grave conmoción social y aún es más difícil pensar que, en esas circunstancias —más bien repugnantes— su señoría no haya renunciado, ni hayan actuado los organismos de control legislativo, ni sus colegas de la corte se sintieran rozados por el escándalo, ni desde los medios se haya promovido claramente la renuncia del juez. Consideremos que hasta en el recientísimo caso de Strauss Khan, el violador declinó el cargo después de conocerse su última hazaña. Por cierto no vale la pena gastar palabras en Zaffaroni, que imaginó una ficción garantista y al engendro lo llamó derecho penal; que es casualmente el mismo juez que sentenció que no constituían delito ciertas violaciones siempre y cuando los hechos se desarrollasen en la penumbra. No cuesta ningún esfuerzo darse cuenta hacia dónde vamos. Zaffaroni ahora, mientras hace campaña por Boudou, lo expresa sin tapujos, derecho viejo, al pan pan y a los argentinos burdeles. Un glamoroso burdel con madamas y madamos con putas y putos. Es que el modelo K nos lleva derechamente hacia el país prostibulario. Viene de la mano de los abanderados socialistas de los derechos humanos, que en los departamentitos del señor juez permiten que argentinas y extranjeras, mayores y tal vez menores de edad, se prostituyan bajo el amparo, extraño amparo, de la Corte Suprema, mientras el ilustrado profesor, el juez abolicionista enseña, en algún edificio cercano, acerca de la bondad de los asesinos y sobre la conveniencia de no criminalizar la pobreza. Lo del juez es la frutilla de este postre envenenado que han servido en la mesa criolla. La enorme cuestión pendiente de cualquier manera, no es tanto que haya quienes preparen y vendan comida podrida, sino si estamos dispuestos a seguir tomando esos alimentos infames, sabiendo que nos liquidan como sociedad y como país. Parecería haber acertado Roberto Arlt cuando escribía sobre la indiferencia o claramente la simpatía de alguna gente ante la degradación, la corrupción y el escándalo que bajaban desde el Estado y que resumía en la frase: “era una ciudad que se había enamorado de sus rufianes”. Dando a entender que parte del pueblo, como las prostitutas, permiten los mayores agravios casualmente a aquellos que más desprecian su dignidad humana. ¿Será Zaffaroni uno de los rufianes de los que hablaba Arlt? Pero ahora que “Clarín” y el rubro 59 han caído en desgracia, es posible que surja alguna dificultad extra en publicar el mini emprendimiento del juez, con lo que su economía podría verse afectada. Claro que, como el judicial es un poder independiente, bien se podrían fijar en el mismo Palacio de Tribunales los autoadhesivos publicitando los burdeles; todo indicaría que no habría conflicto de intereses. Recuerda Castellani que en el año '37 pasaron en Madrid varios meses sin que se diera una sola Misa. Parecía el triunfo definitivo de Dolores Ibarruri. Como ahora vivimos nosotros esta arremetida prostibularia que también parecería triunfal, es bueno tener en cuenta que a los dos años Ibarruri y su fama atroz, habían pasado definitivamente y España renacido. Miguel De Lorenzo |
No hay comentarios:
Publicar un comentario