miércoles, 3 de agosto de 2011

Planificación Familiar.


Denise Hunnell
14 de julio de 2011 (Notifam) – En la última semana, aparecieron artículos sobre Planificación Familiar Natural (PFN) tanto en medios de comunicación seculares como católicos. En el New York Times, David Oppenheimer hace una crónica de los puntos de vista de Sam y Bethany Torode, dos protestantes conservadores. En el 2000, la joven pareja casada escribió el libro Open Embrace: a Protestant Couple Rethinks Contraception.  Ellos defendían la PFN, un método de regulación de la fertilidad en concordancia con las enseñanzas de la Iglesia Católica. Pero en el 2006 ambos rechazaron la PFN como método recomendable de control de la natalidad. Ellos se divorciaron en el 2009. Ambos se han integrado a comunidades cristianas liberales. El señor Oppenheimer ofrece su historia como testimonio que muestra cómo la madurez y el conocimiento serio los llevó al rechazo de la PFN.
Luego Danielle Bean, una autora católica bien formada, ofrece lo que ella llama la “verificación de la realidad” de la PFN. Ella escribe en la revista Crisis sobre “las cinco formas que me disgustan de la Planificación Familiar Natural”. Descubrió que la PFN es menos precisa para ella cuando está amamantando. Su reacción es la decepción.
Por cierto, llegué al matrimonio con la mirada absorta sobre la forma en que la PFN iba a ser una ayuda para nuestra comunicación… y luego terminé triste y sola, y preguntándome qué había de malo en mí y en mi matrimonio cuando la PFN parecía no solo estar interfiriendo con forma que yo quería como madre de mis hijos, sino en realidad lastimando de vez en cuando mi relación con mi esposo.
La respuesta de los Torede es sorprendente si la PFN es visualizada erróneamente como una alternativa orgánica sin elementos químicos respecto a la anticoncepción artificial. Lo “natural” en la Planificación Familiar Natural tiene más que ver con la ley natural que con un estilo de vida natural respetuoso del medio ambiente. La ley natural es el criterio moral objetivo de comportamiento, que se deriva de nuestra naturaleza humana creada por Dios. Las acciones que están en concordancia con la ley natural nos acercan más al ideal concebido para nosotros por Dios. Las acciones que están en conflicto con la ley natural nos apartan del plan de Dios.
El plan de Dios para el acto marital es que un hombre y una mujer, unidos en matrimonio, se entregan libre y completamente el uno al otro. No se pueden separar los aspectos procreativo y unitivo de este acto. Cualquier intento de proceder así socava la integridad, dignidad y santidad de las relaciones conyugales. En un matrimonio fielmente católico, la posición por defecto es estar abierto a la concepción de un niño. La Iglesia reconoce que hay veces en que sería mejor no concebir un hijo, por el bien de toda la familia.
Abstenerse del sexo durante el periodo fértil del ciclo menstrual de la mujer es una forma de minimizar la oportunidad para un embarazo. Esa abstinencia es moral si se lleva a cabo por motivos serios. Está en abierto contraste con la cultura anti-conceptiva cuya posición por defecto es la oposición a la concepción. Con la mentalidad anti-conceptiva, estar abierta a un embarazo es la excepción, no la regla.
En el año 2006 el Pontificio Consejo para la Familia produjo un gran revuelo cuando puso en claro que practicar la PFN no garantiza que evitar el embarazo está de acuerdo con la enseñanza de la Iglesia. Su documento Familia y procreación humanadeclara:
Como resultado, está en camino un cambio en el modelo de familia y también de la conyugalidad. En efecto, predomina la situación de los esposos con un solo hijo o a lo sumo dos. Esto significa que la consumación de los actos conyugales potencialmente procreativos no es más que una especie de suma de breves paréntesis dentro de toda una vida conyugal hecha estéril en forma voluntaria. Este hecho indica obviamente un grave oscurecimiento del valor de la procreación.
Como descubrió la familia de los Torode, la PFN es insatisfactoria si se espera que mismo control que hacen las píldoras para el control de la natalidad. Tal como señala Danielle Bean, no siempre es fácil la PFN. A veces es un A veces es una prueba importante. Pero quizás es como debería ser. Un matrimonio católico está llamado a estar abierto al don de una nueva vida. No se espera que una esposa fielmente católica controle su temperatura y otros signos fisiológicos de fertilidad cada día en particular de toda su etapa vital fértil de dos o tres décadas. Esta carga solo es necesaria de después de un discernimiento piadoso, una pareja determina que evitar temporalmente un embarazo es lo mejor para toda la familia. Utilizar la PFN para evitar la anticoncepción debe ser el “paréntesis dentro de toda una vida conyugal”.
Nuestra cultura anticonceptiva nos da la ilusión que nosotros podemos estar en completo control de nuestra vida reproductiva. Los embarazos acontecen solo cuando determinamos las condiciones para que sean buenos. Nuestro deseo del embarazo se ha convertido en el único factor determinante que una pareja considera, y demasiado a menudo se cree que un hijo es “no planificado”. La verdad es que no existe tal cosa como un “embarazo no planificado”. Dios ha planeado y traído a la existencia a todos y a cada uno de los niños. Él simplemente no nos revela su plan hasta que vemos las dos líneas rosadas en la prueba de embarazo. Estamos llamados a confiar en que su voluntad y su plan son infinitamente superiores a los nuestros.
Denise Hunnell, MD, es una profesional en medicina familiar, Médica Mayor retirada de la Fuerza Aérea y miembro de Vida Humana Internacional América. Este artículo apareció originalmente en inglés en el Truth and Charity Forum de VHI América.

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