martes, 13 de diciembre de 2011

Llamamiento a la rebelión económica.


Sin entrar en el debate libertario/anárquico de la necesidad de no tener impuestos en el territorio (y su certeza o error), creo que ha llegado la hora que, dentro del sistema actual, empecemos a estafar de forma masiva a los estafadores más grandes que he conocido hasta hoy: el Estado. Si bien los Estados (histórica y geográficamente hablando) suelen tener un pésimo manejo económico, el que nos toca hoy, manejado a voluntad por un aparato kirchnerista, ha pasado cualquier línea vista en mucho tiempo por estos lares. El peronismo siempre se destacó por eso, pero los Kirchner han logrado superar con creces su malversación de fondos con fines impuros.
Para los que no tengan mucha noción de economía, va un breve resumen: usted aporta al Estado por diferentes canales (descuentos en su recibo de sueldo, impuestos que abona en servicios y hasta en la misma comida que consume a diario, por retenciones a las importaciones/exportaciones, etc); el Estado acumula ese dinero que, según la teoría, debe ser volcado para mejorar la calidad de vida de TODOS los habitantes de la Nación. En casos muy raros y extremos, se puede subsidiar o subvencionar (o sea, volcar dinero hacia algo que lo necesita en urgencia o que está en crisis) alguna empresa o sector social. También en la teoría, ese subsidio debería ser momentáneo, hasta que la empresa/sector social mejore (se logre un balance con el resto) y pueda ser no sólo autosustentable, sino también que comience a aportar lo que el Estado le derivó (vendría a ser como una inversión a mediano o largo plazo).
Entonces (y sin apartarnos de la teoría), todos deberíamos estar mejorando día a día en cada aspecto social que nos encontremos. Las empresas deberían producir y exportar más, los usuarios deberían pagar menos impuestos (las retenciones a las exportaciones harían entrar mucho dinero y las personas deberían tener más servicios o consumir más, aportando más también), deberíamos tener una mejora visible en educación, notar una mayor seguridad, tener un mejor tratamiento de la salud, unos ancianos que no tengan que seguir trabajando para poder subsistir, y un largo etcétera que haría un país cercano al paraíso. Pero la realidad argentina, siempre tira por tierra cualquier teoría.

IMPUESTOS

Yendo al tema de los impuestos, si bien todos lo pagan de alguna forma, no todos lo hacen en la misma cantidad (monetaria o en forma de abanico de distintos impuestos). La teoría indica que los que más tienen deberían pagar más, y los que menos tienen, menos. Fuera de discutir sobre el impacto efectivo de esa medida, la realidad ni siquiera se acerca a esa teoría. Los que viven fuera de la ley, pagan menos impuestos (lo que generan es en negro); los trabajadores en blanco abonan mientras que los que trabajan en negro no (haciendo que casi ganen lo mismo); las empresas chicas suelen pagar casi lo mismo que las medianas (lo que les impide crecer y hasta sostenerse); y las fábricas o empresas que producen más (y no necesariamente ganen más), reciben un vaciamiento impositivo y son multadas por consumir servicios en exceso (agua, gas, luz); un negocio en regla pagará más que uno sin habilitación, y ganará menos no sólo por el hecho del cobro excesivo de impuestos, sino también por la pérdida de competitividad de precios con el vecino ilegal.
Tampoco puedo dejar de lado mi experiencia con AFIP y su política turbia de perseguir a los que evaden, pero evadir ellos mismos las cargas impositivas y violar los contratos de personal. Y no podemos olvidar que los que más ganan en el país por hacer menos, están exentos de muchísimos impuestos: los políticos y jueces (por ejemplo), no pagan muchos de los impuestos que nosotros sí debemos, por el sólo hecho de ocupar una posición (sin importar su riqueza) que (en teoría) es la de proteger y defender nuestros intereses (le recuerdo que el Senado sesionó sólo 8 veces en todo el año, o sea que ya ni de ñoquis catalogan¿Le parece justo que todo ésto suceda de esa forma? ¿Acaso los impuestos no parecen una pena para los que más o mejor trabajan por sobre el resto de los habitantes? ¿Cuál es el mensaje que se le da a la sociedad en materia tributaria, que es mejor robar y evadir que ser legal para poder subsistir? Y ni siquiera estamos hablando de “ganar más”, sino de la subsistencia del individuo y su familia.

SUBSIDIOS

Actualmente tenemos un triple sistema de subsidios (que salen del bolsillo de todos y cada uno de nosotros): el primero, es el que subvenciona a empresas de servicios al público general (transportes, luz, gas, etc.); el segundo, es el que se implementa para que los sectores catalogados como “más necesitados” reciban una inyección en efectivo hasta que puedan mejorar su situación; y el tercero es aquel en el que se sostienen a las empresas que, lisa y llanamente, producen pérdidas. Vamos a ver en los tres casos por qué están mal y qué es lo que logran:
  1. En el caso de las subvenciones a las empresas de servicios, es una erogación monetaria que poco tiene que ver con la momentaneidad. Si las políticas económicas no funcionan, los desembolsos no sólo tenderán a ser eternos, sino que también se irán incrementando cada corto tiempo. La meta es hacer la inflación transparente al usuario. O sea que si usted mira esta subvención detenidamente, de todas formas estamos pagando los aumentos entre todos (inclusive los que no usan ninguno de los servicios). Es una forma de camuflaje de la verdadera inflación, una medida política que nada tiene de solución, sino de encubrimiento de síntomas. Pero ahora, el gobierno kirchnerista está comenzando a retirar esos subsidios. Lo que se logra entonces es mayor costo para los usuarios legales, los que más mueven la economía del país e inflan las arcas del Estado. El que está colgado de la luz, el que sube a los transportes amenazando a los choferes, el que tiene un negocio ilegal, el que es beneficiado como “zona de urgencia” por vivir en una villa ilegal, probablemente no sienta el aumento. Los jubilados que van a pagar más luz y agua con el mismo sueldo, los que se esforzaron por una mejor calidad de vida adquiriendo más servicios o aparatos que los usen (muchos ofrecidos por el mismo Estado en no tan cómodas cuotas), los que viajen lejos al único trabajo al que pueden acceder, son sólo algunos de los más impactados por el aumento repentino. Son subsidios que salen de sus mismos bolsillos (el que no paga impuestos no aporta al Estado en materia impositiva), pero que no reciben nada a cambio (los que lo reciben son, paradójicamente, los que nada aportan). Otra vez, el impacto es para quienes menos pueden absorberlo.
  2. En el segundo caso, la subvención a los “más necesitados”, se implementa a través de diversos planes (Trabajar, Asignación Universal por Hijo, etc.).Lejos de ser una ayuda momentánea, lo que se hace es premiar el no hacer nada y crear una nueva casta adicta a esa forma de vida, como así también a eternos agradecidos políticos para quién les implementó esa tan facilista forma de vida. O sea, es una máquina de crear pobres y votantes kirchneristas a la vez. Si los planes tuvieran que ver con una mejora de calidad de vida del pobre, tendrían que ser subsidios momentáneos y debería ofrecerse un trabajo al final del mismo. Pero aquí, se paga (por ejemplo) al que tiene más hijos, sin importar lo que los padres hagan efectivamente por la sociedad, ni lo que ellos hagan con los mismos chicos. Son padres adictos al facilismo kirchnerista que paren múltiples adictos al facilismo kirchnerista. Ese subsidios que nos aliviana el bolsillo a todos, está destinado a seguir creando parásitos del dinero de los trabajadores y seguidores de la secta política que los mantiene ideológicamente. Si sirviese, la pobreza tendría que haber descendido hasta el virtual 0%, y no tendría que haber personas en situación de calle o muriéndose de hambre a diario en todos los rincones del país. Otra vez, la paradoja del modelo se hace visible con dos neuronas lógicas.
  3. La tercera subvención, es la que se hace a empresas que dan pérdidas. En algunos casos se hace para salvarla de un trance momentáneo (propio o como síntoma de alguna debacle económica nacional o mundial), y evitar así la pérdida de producción y/o fuentes de trabajo humano. Pero en Argentina, éste tipo de subsidios apuntan a mantener una empresa que es imposible de levantarla al punto de generar alguna ganancia, por lo que se cae en una erogación eterna hacia una empresa que lo pierde todo. Es casi como tirar la plata al inodoro; y digo “casi” porque el pasaje de dinero por las cañerías hasta puede mejorar la limpieza del sistema sanitario, cosa que ni siquiera ocurre en estos casos. Tenemos como ejemplo el caso de Aerolíneas Argentinas: hace años que da pérdida, no hay gestión que pueda levantarla, nos cuesta U$ 2.000.000 por día (dos millones de dólares diarios a la basura), del bolsillo de todos (incluyendo los más necesitados y la mayoría de los de clases superiores, ni siquiera vuelan), y no aporta beneficios colaterales tampoco (salvo que el llenado de bolsillos de La Cámpora nos importe). Si usted tuviera un almacén que produce constantes pérdidas, ¿lo seguiría manteniendo? Entonces, ¿por qué el Estado hace lo que nosotros jamás haríamos, y con nuestro propio dinero? Y podríamos agregar otras empresas más, como Correo Argentino, Aguas Argentinas y demás. Empresas sostenidas gracias al empobrecimiento de la sociedad toda.
Si analizamos con la razón todo lo anterior, podríamos resumir el modelo económico tributario e impositivo del kirchnerismo, como aquel que debe sacarle a los que más aportan al país de manera legal y con base en el esfuerzo, para volcarlo no en la mejora social, sino en el constante empobrecimiento de los habitantes de medios y bajos recursos para hacerlos adictos a las migajas, en el enmascaramiento de la inflación resultante de malas políticas económicas, en sostener una apariencia fuerte de las Instituciones subvencionándolas aunque produzcan pérdidas eternas, y en la redistribución de ganancias hacia los sectores más acordes a la votación perpetua de dicho modelo (pobres y sin ánimos de trabajo o legalidad).
Si seguimos estudiando de forma lógica ese modelo económico, no tardaremos en darnos cuenta de que el mismo es insostenible. En algún punto habrá más déficit (gente ilegal, chicos que no son mantenidos por sus padres, personas que no quiera trabajar o que no puedan hacerlo, etc.) que entradas en dinero (aportadas por un sector que tenderá a bajar en número, ya que muchos se jubilan, se funden en el camino, o descubren las verdaderas bondades del nohacernadismo kirchnerista). Si eso ocurre, el país entero entrará en quiebra, y ni siquiera ya los que trabajen y aporten lo que deben podrán sustentarse. La acción de quita de subsidios eternos (como el del primer caso), es un síntoma que nos indica que el kirchnerismo recién está cayendo en la cuenta que ya ni siquiera con la expoliación impositiva “avanzada“se puede mantener el modelo. El sangrado monetario a las empresas y comercios medianos, los atropellos impositivos a todo lo que se mueva, y las constantes trabas al avance social, ya no alcanzan a cubrir la demanda de pobres y votantes zombies.
Entonces, acuden a la última línea económica que le sucede: nosotros mismos. Trabajadores que sostienen duramente a sus familias van a ser acabados a mazazos gracias a la quita de nuestros subsidios. No se contentan con los impuestos comunes, los descuentos salariales, las leyes energéticas de Santa Cruz que nos siguen quitando de cada mes o quincena, la subvención directa de casas a los militantes kirchneristas (también en los recibos de sueldos o facturas de servicios) que son realizadas por MeldoreK y organizaciones sociales que también subvencionamos, las quitas para quienes llevan a sus chicos a una escuela mejor, la pena de muerte financiera a un trabajador que laburó de más y entra en la categoría de “rico” y debe contratar a un contador, empezar a facturar como empresa y pagar otra miríada de impuestos (que lo dejan con muchísimo menos dinero que si no se hubiese movidio del sillón de su casa siquiera). Eso tampoco sirvió y van por todo, nos quitan lo único que nos aliviaba un poco la penuria de vivir en el país “condenado al éxito”. Luego de eso, creo que no queda nada más por quitar. Salvo que vengan ellos mismos a robarnos a nuestras casas alquiladas las últimas migajas de pan que nos queden.

¿SOLUCIÓN?

Es por ello que hago un llamamiento a la rebelión económica. Y con ésto no me refiero a una que apunte sólo al dinero, sino que perjudiquen lo necesario al Estado y a sus sistemas de redistribución de ingresos como para lograr un cambio forzozo abrupto. Si pueden evadir impuestos que engrosen las arcas de un Estado malversador, háganlo. Si debe quitar la habilitación de su negocio para poder sostenerse, hágalo. Si puede conseguir productos importados evadiendo a la Aduana y sus múltiples impuestos y prohibiciones, hágalo. Si usted trabaja y de todas formas puede recibir un plan o subsidio por pobreza, tiene mi entera bendición. Si puede forzar nuevos subsidios o pedir mayores cifras salariales en su sindicato, hágalo. Inclusive si puede pagar la tarifa de un servicio sin subsidio, peléela hasta el cansancio por mantenerla igual. Que dejen de quitarnos lo nuestro. Cualquier dinero extra que pueda sacarle al Estado, sáqueselo.
Cuanto menos dinero tenga el Estado, y cuanto más subsidios deban pagar, menos tiempo quedará de modelo y podremos tener una Argentina como todos necesitamos. Estafe al Estado actual, róbelo sin miramientos, evádalo y búrlelo de todas las maneras posibles e imaginables, genérele gastos colaterales, sorpréndalo. Los que se preocupen por el tema económico que eso conlleva, recuerde que de todas formas nos están robando a diario; si usted lo roba, le significará unas monedas menos de su propio bolsillo, pero una cifra enorme e intragable para el monstruoso y hambriento Estado. Y eso si no estafa lo suficiente; sino, usted terminará con ganancias personales que tal vez lo acerquen a un nivel de vida acorde al actual ahorcamiento económico estatal.
Si le preocupan las tangentes morales, dígame, ¿qué ha hecho el Estado por usted? ¿Acaso le consiguió por sí solo un trabajo, le pagó una considerable suma si no lo tenía, le consiguió un aumento, le contruyó una casa, le liberó los piquetes que le impide llegar a su trabajo a tiempo, le ofrece seguridad en su casa o en la calle, le asegura Justicia cuando la necesita, le facilita el pago de jucios a los jubilados, le mejoró la calidad de vida de forma proporcional a lo que el Gobierno le quita en tiempo y dinero? El Estado hace todo eso y mucho más por sus funcionales militantes, pero ¿lo ha hecho por USTED?
Peguémosle al Estado donde más le duele, porque el dinero es lo único que le importa. Enseñémosle que “lo que se debe hacer” siempre está antes de “cuánto voy a ganar con ello en dinero y en votos”. Enseñémosle con el ejemplo, apliquemos “lo que se debe hacer” y démosle una cucharada de su propiomodelo, a ver cuán digerible es. Cuanto más lo estafemos, más rápido será el cambio, menos podrán enriquecerse y mantener a las organizaciones terroristas amigas, y más votantes se darán cuenta de la realidad.
Eso sí, al próximo Gobierno, démosle una oportunidad (una sola de las tantas que les hemos dado al kirchnerismo en estos tiempos), sea quien sea, y volvamos a la normalidad. Recuerde que a la Argentina la contruímos entre todos, pero sólo unos pocos la mantenemos. Usemos nuestra única fuerza para empezar a contruír distinto, para formar una edificación que sirva para generaciones enteras de ciudadanos que quieren hacer las cosas bien. La Patria nos lo demanda, y tendremos asegurados 100 años de perdón.
PLPLE

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