martes, 13 de diciembre de 2011

Un grupo de investigadores argentinos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) probó que a corto plazo la cocaína produce daño neuronal.



Según la investigación, “un solo día de abuso de esta droga es suficiente para que se alteren los ritmos de sueño y vigilia y se produzcan modificaciones neuronales al afectar la corteza y el tálamo del cerebro. Este último está formado por diferentes agregados de neuronas, que se ubican en el centro del cerebro. El tálamo recibe estímulos sensoriales, que son procesados y reenviados a la corteza cerebral, como por ejemplo la vista”.
El estudio, fue  realizado  con ratones adolescentes luego de un ‘atracón’ de cocaína, y hallaron que “el circuito que va del tálamo a la corteza se ve afectado con sólo abusar una vez del estupefaciente”.
Los científicos  del Conicet  aplicaron tres inyecciones de cocaína durante un día para emular el consumo compulsivo de una persona que repite la aplicación de la dosis.
Francisco Urbano, uno de los investigadores del equipo explicó que  “Vimos cambios similares a los del Parkinson o la epilepsia, tras obtener electroencefalogramas de los ratones,  se constató que luego de la administración de cocaína la actividad eléctrica correspondía a la etapa del sueño y no a la de vigilia”.
Aunque también pusieron el foco en las neuronas del tálamo, en particular, sobre los canales llamados “T”, que transmiten señales de la membrana neuronal. Cuando esos canales están activados en exceso, generan en el individuo frecuencias eléctricas que pertenecen al rango del sueño, a pesar de estar despierto.
Urbano agrega que “La cocaína activa los canales T y genera una contradicción en los ritmos neuronales: hace que el cerebro del animal se encuentre en un estadio de sueño, cuando su cuerpo está activo y despierto, y eso genera patologías.”
“Si esto sucede en forma aguda, cuando se inyecta a un animal durante un día, es muy fácil imaginar qué pasa con el abuso de drogas durante toda la adolescencia.”
El grupo de trabajo estuvo a cargo de: Francisco Urbano y Belén Goitia, del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (Ifibyne) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN), miembros del Instituto de Investigaciones Farmacológicas (Ininfa), de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA y concluyeron en que “El abuso de  la cocaína sobreestimula el cerebro y aumenta la función muscular, pero los ritmos eléctricos cerebrales y la actividad del canal T están asociados con el sueño. Esta situación es sumamente dañina. A su vez, las personas que consumen drogas presentan mayores dificultades para concentrarse”.

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