domingo, 24 de octubre de 2010

Mariano Ferreyra, una muerte evitable.

¿Una madre más a Plaza de Mayo?

No estaba trabajando ni estudiando. Estaba marchando movilizado por otra gente que lo usó, que usó su juventud, su empuje y su ingenuidad. Fue carne de cañón. Sus líderes están vivitos y coleando, y lo que es peor, usando su muerte como bandera.

Por el Alcaide (R) Nelson Cremades


¿Qué madre cría a su hijo para que muera?

Mariano Ferreyra ha muerto. Uno más entre tantos muertos de la violencia, la inseguridad, el desamparo etc.

Lo hace especial, la consecuencia y manejo político de esta desgraciada muerte.

¿Sabía esta madre, la de Mariano, en lo que estaba metido su hijo?¿Sabía los riesgos a los que estaba expuesto?

Yo tengo muchos hijos, y no estaría un minuto tranquilo si supiera desde un principio las actividades militantes de un hijo mío.

No estaba trabajando ni estudiando. Estaba marchando movilizado por otra gente que lo usó, que usó su juventud, su empuje y su ingenuidad. Fue carne de cañón. Sus líderes están vivitos y coleando, y lo que es peor, usando su muerte como bandera.

No será la primera ni la última muerte. No serán las manifestaciones, ni los desmanes, ni las banderas, que nos devuelven un hijo.

Al ver las noticias, miré a mi hija universitaria y agradecí haberla encaminado de tal manera, que estaba estudiando y planeando su finde con compañeros. La encaminé por la ruta del trabajo, del estudio y del respeto. Nunca dejé de saber en que está metida.

Hoy esa madre, es una más de la Plaza de Mayo, no porque su hijo haya desaparecido, sino porque sabiendo las actividades de su hijo, no hizo lo suficiente por tenerlo a salvo.

Las del pañuelo blanco, en su mayoría, sabían de las actividades terroristas revolucionarias de sus hijos y en muchos casos fueron sus cómplices y sin embargo los dejaron ir al muere.

Hoy viven como ricas utilizando sus muertos.

Si la madre de Ferreyra no sabía los riesgos que corría su hijo, es que estaba mirando para otro lado, y si lo sabía, tiene mucho en común con las empañoladas.

A mí como padre me duele. Pero como argentino me duele también por haber perdido un joven en la plenitud de su fuerza que podría haber sumado para hacer grande mi patria.

Que no caigan otros padres en la eterna trampa que manda a sus hijos a ser carne de cañón y no llorarán los daños previsibles.

Cuánto lamento lo sucedido.

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