jueves, 21 de octubre de 2010

El asesinato de Mariano Ferreyra.

La violencia política regresó al sindicalismo y se cobró una vida
El asesinato de Mariano Ferreyra se enmarca en la resistencia del gremialismo tradicional a ceder posiciones al sindicalismo de izquierda. Antes de los incidentes la Unión Ferroviaria rechazó un acuerdo para efectivizar a 90 de los contratados que defendía el PO. Las internas que enfrenta José Pedraza, la ineficacia del subsecretario Luna y la política de no intervención de la policía de Aníbal Fernández.
La resistencia del líder de la Unión Ferroviaria, José Pedraza, a incorporar al Ferrocarril Roca a noventa trabajadores vinculados a organizaciones de izquierda, separadas de la CGT, terminó con un enfrentamiento armado que se cobró la vida del militante del Partido Obrero, Mariano Ferrerya.
El reclamo de efectivización estaba manejado por el subsecretario de Transporte, Antonio Luna, vinculado a Omar Maturano, el jefe del gremio de los maquinistas, el primero en salir en defensa de Luna cuando fue involucrado en el crimen por los militantes del Partido Obrero.
En el gobierno sostienen que la tragedia fue una combinación fatal de la instransigencia de Pedraza con la torpeza de Luna, que por estas horas se encuentra en España supuestamente gestionando la compra de vagones, aunque se sabe que en esas tratativas participa Raúl Kalinsky, un asesor del secretario de Transporte Juan Carlos Schiavi.
Luna, acusado por los militantes del Partido Obrero de ser el instigador de los incidentes, es cuestionado en el gobierno porque “se mete en mil roscas al mismo tiempo y la verdad es que no puede controlar ni lo que le pasa por debajo de las narices”. Pero como responde a Maturano, que responde a Hugo Moyano, por ahora es inamovible.
Tan previsible era este desenlace que el pasado 21 de julio hubo un episodio similar, también a la latura de la estación Avellaneda cuando estos mismos trabajadores reclamaron su efectivización y luego de interrumpir el servico hubo enfrentamientos y las consecuentes denuncias penales.
La cronología del conflicto revela la impotencia del gobierno para conducir el proceso de cambios que se está dando en el sindicalismo argentino. Porque más allá de las especulaciones políticas de la hora -algunas incluso disparatadas, como la supuesta mano de Eduardo Duhalde detrás de los enfrentamientos-, la muerte de Mariano Ferreyra se enmarca en esta tensión periódicamente se expresa con episodios de violencia.
Se trata de la irrupción de nuevos actores sindicales, en su mayoría identificados con fuerzas políticas de izquierda o afines, que van desde los militantes del PO hasta la CTA. Representación que recibió un gran espaldarazo con el reciente fallo ATE de la Corte Suprema que equiparó a los delegados de sindicatos de base con aquellos con personería gremial, en su mayoría pertenecientes al sindicalismo peronista.
Un fenómeno similar al que vive el Ferrocarril Roca se produce en el Subte, donde los metrodelegados ya son la principal fuerza gremial, pese a que el MInisterio de Trabajo demora su reconocimiento y la UTA se esfuerza en ignorarlos y combatirlos.
El hilo conductor es la resistencia de las conducciones de los sindicatos tradicionales a integrar a los nuevos actores políticos, que llegan a límites absurdos como en el caso de la Unión Ferroviaria que rechaza la efectivización de trabajadores.
Las internas en la Unión FerroviariaLa protagonizan Juan Carlos “el Gallego” Fernández, secretario administrativo del gremio, tercero en la línea sucesoria, y con base en el Roca; y Roberto Matarazzo, secretario de finanzas del sindicato y cuatro en el orden jerárquico. Ambos quieren desplazar a Pedraza. La versión inicial de una participación de la UTA en el conflicto difundida por los medios, obedecidó a la confusión entre este Fernández y Roberto, el jefe de los colectiveros que no paró de desmentir cualquier vínculo con los incidentes.
Sacudido por ese frente interno, Pedraza se negó en todo momento a aceptar la regularización de contratados cercanos a delegados de izquierda. La oferta del Gobierno fue tomar sólo 90, pero no logró que dé el brazo a torcer.
Su intransigencia derivo en la manifestación de esta tarde, el cruce entre los suyos y los militantes del Partido Obrero y el MTR y la muerte de Mariano Ferrerya.¿Zona liberada?La inacción policial ante el choque fue, en realidad, la continuidad de una política oficial de no intervenir en los conflictos sociales, de la que hoy mismo se jactó el matrimonio presidencial.
Lejos de ser una excepción, la supuesta “zona liberada” no fue otra cosa que el comportamiento habitual de la Policía Federal ante este tipo de situaciones.
El problema es que con la muerte de Mariano Ferryra en la Casa Rosada resonaron fuente los fantasmas de los asesinatos de los piqueteros Maximiliano Kosteky y Darío Santillán y su demoledor costo político, que obligó a Eduardo Duhalde a anticipar las elecciones.
Aunque hay notorias diferencias entre ambos episodios. En aquel entonces se trató de un doble asesinato cometido por la propia policía en el mraco d euna represión brutal; y hoy todo indica que es una escalada más en la espiral de violencia que se está apoderando del sindicalismo argentino.
Como sea, en el gobierno ya empezaron a apuntar a un responsable si es que el conflicto continúa escalando: el líder de la Unión Ferroviaria, José Pedraza.

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