jueves, 21 de octubre de 2010

La historia de Jose Pedraza y sus aventuras.

José Pedraza: símbolo del burócrata sindical.
José Pedraza, símbolo de lo que es un burócrata sindical, aunque en su infancia pasó hambre, fue marxista en su juventud y menemista en los años 90. Ahora, el secretario general de la Unión Ferroviaria se declara kirchnerista, aunque sigue manteniendo relaciones con el furibundo anti-kirchnerista Luis Barrionuevo. Pedraza, además, carga sobre sus espaldas múltiples denuncias sobre desfalcos y corrupción, también fue procesado por presunta estafa contra empleados de su gremioJosé Pedraza parece enfermo, o quizá sólo se trate del reflejo de un hombre gastado. Sus manos tiemblan casi constantemente y sus ojos parpadean, intermitentes, sin que él quiera. En la muñeca derecha luce una pulsera de oro y, alrededor de ella, una cinta roja. Detrás de su sillón de directivo, que ocupa desde la época de Raúl Alfonsín, cuelga una foto vieja que lo muestra en un acto junto a Saúl Ubaldini. La toma refleja aquella época, en la que él y el líder cervecero impulsaron 13 paros generales desde la CGT contra la política económica del alfonsinismo.Toma agua y vuelve a temblar: "Yo sé lo que es limpiarme la cola con papel de diario en un excusado, y también sé lo que es dormirse sin comer, con un mate cocido en el estómago. Nunca quise que mis hijas tuvieran que pasar por eso", evoca el secretario general de la Unión Ferroviaria, quien en 2006 fuera procesado por la Cámara del Crimen en una causa que investiga una estafa millonaria a los trabajadores de su gremio y que a principios de abril lo dejó en la puerta del juicio oral. Un juicio que hace pocos días parecía inminente y que hoy se diluye gracias a una jugada de sus defensores.En efecto: Pedraza es hijo de un peón ferroviario y, tal como cuenta, pasó hambre en la infancia. También es cierto que en los sesenta fue un marxista convencido, después un comprometido militante de base y finalmente un cafierista que apostó por la renovación peronista.Todo eso es cierto, por eso muchos describen la vida de Pedraza como la historia de un converso (la palabra que utilizan es "traidor"). O como "el giro copernicano de los que se subieron al caballo por izquierda y se bajaron por derecha", según resume un diputado nacional del Frente para la Victoria de larga historia gremial.La maniobra por la que en el 2006 le dictaron un embargo de 50 millones de pesos es, básicamente, la siguiente: sin que nadie los consultara, los obreros ferroviarios fueron obligados a pagar por adelantado su sepelio, a través de un descuento compulsivo de alrededor de diez pesos de sus salarios. Sin embargo, más de la mitad de ese dinero, unos 34 millones, se esfumó. O, al menos, nunca volvió a sus bolsillos. La investigación descubrió empresas fantasmas, supuestos proveedores que en realidad eran familiares de los directivos ferroviarios y tercerizaciones que, según los investigadores, fueron el ropaje legal que suele usarse para "drenar fondos ilegalmente".Pero las sospechas de corrupción en su gremio distan de ser nuevas. Ya en los noventa había investigaciones periodísticas que señalaban a la gerenciadora Amiraypi -la mutual-pantalla a través de la que se habría consumado la defraudación- como una propiedad encubierta de Pedraza. De allí que el denunciante en esta causa, Juan Lantero -un ferroviario jubilado de pasado peronista y frepasista- deduzca que el monto de este "robo hormiga", tal como lo llama, sea de un monto mucho más alto.En una nota publicada en el diario La Nación (2006) se decía sobre este tema:"Está todo probado y las pruebas son sólidas -asegura una fuente que participó de la investigación-. Aquí no se trata de que la Justicia se quede con los brazos cruzados; lo que ocurre es que en la Argentina muchos artilugios son posibles sólo para aquellos que pueden pagarse un abogado de lujo". Los investigadores están preocupados porque un pedido de nulidad del ferroviario podría trabar la causa hasta provocar su prescripción, una desembocadura probable para los entendidos en gambetas legales.Claro que, quizá, Pedraza comprendió hace años el valor de contar con un buen equipo de abogados y contadores, y no se molesta en ocultarlo. Por ejemplo, cuando admite que el penalista y actual Procurador General de la Nación, Esteban Righi, de quien se declara "amigo", fue históricamente uno de sus defensores y que actualmente lo siguen defendiendo letrados de su estudio. Y sigue con su lista de quienes, en su momento, asesoraron en su gremio. Menciona entonces a Carlos Tomada y a Noemí Rial, actual ministro y secretaria de Trabajo, respectivamente.¿Implica la defensa de Righi un apoyo desde el kirchernismo? "En absoluto; los abogados penalistas defendemos a gente imputada de delitos sin preguntarle su apellido, basta con que pague sus honorarios. Esta causa empezó hace ocho años y efectivamente yo fui el defensor de Pedraza desde entonces -admite el Procurador General-. Renuncié a su defensa cuando asumí mi actual cargo porque resulta incompatible y hoy estoy desvinculado del estudio Righi, que sigue llevando mi apellido porque allí siguen mi hijo y mi hermano. También es cierto que los abogados de ese estudio lo defienden a Pedraza. Yo no sé cómo andará esa causa, pero si la seguía yo, seguro que la ganaba"."¿Si Kirchner lo apoya a Pedraza? No tengo la menor idea, pero creo que ni lo debería conocer hace ocho años atrás cuando comenzó todo esto", remató Righi.Pocos días después de firmar el fallo que procesó a Pedraza, el juez Alberto Seijas fue atacado a golpes en su casa de Villa del Parque. "Fue un hecho policial lamentable -deduce el titular de la Unión-, yo vivo en el conurbano y me ha tocado transitar estos hechos". Tampoco miente aquí.A los tirosPedraza vive en el exclusivo barrio de Villa Sarmiento, en Morón, en una bella casa que compró en 1998, y que entonces costaba 700 mil dólares. Sus vecinos recuerdan una apacible tarde de domingo que terminó a los tiros, cuando unos autos se acercaron al jardín de Pedraza y empezaron a disparar sobre la gente que estaba reunida allí. "Balearon a una de las personas y otro de los invitados, en malla, respondió a la balacera -relata un vecino que presenció el extraño episodio-. Dicen que fue por las elecciones en el sindicato pero, en realidad, no sabemos bien qué pasó. Entonces, se abrió un expediente y varios vecinos tuvimos que declarar".Sus allegados aseguran que el matrimonio Pedraza también tiene otra casa en Parque Leloir, sobre la calle Balbín. "Los custodios que lo siguen cuentan que la casa de Villa Sarmiento no existe al lado de la mansión de Castelar", relatan sus vecinos.Pedraza se casó dos veces, la segunda con Graciela Coria, presidenta de Belgrano Cargas. Desde 1996 es secretario general de la Unión Ferroviaria y forma parte de los "gordos", los gremios poderosoPedraza nunca fue socialista pero hubo una época en la que estuvo muy cerca de algunos dirigentes de ese sector. "Nosotros le enseñamos bien, pero este aprendió todo mal", se quejaba el veterano Alfredo Bravo en los noventa, cuando las revistas de la época mostraban al ferroviario con el inexplicable nivel de vida de un nuevo rico y otros sindicalistas, como Víctor de Genaro, criticaban a "los gordos": "Ellos no viven como el resto de los trabajadores, tienen sociedad con los grupos económicos".Pero las cosas, claro, no siempre fueron así en la vida de Pedraza. En 1963, recién llegado de su Córdoba natal, trabajaba reparando vagones como peón de pala y pico y, dos años más tarde, según cuenta, empezó la carrera de Derecho. "Entonces mi militancia estaba profundamente impregnada por el marxismo-leninismo -recuerda-, así que solíamos agarrarnos a tiros con los de la extrema derecha detrás de la Facultad, sobre todo cuando había elecciones en el centro de estudiantes".Como parte del Grupo de los 25 -los sindicalistas liderados por Roberto García que, en los 80, se enfrentaron con la ortodoxia peronista de Herminio Iglesias y Lorenzo Miguel-, ganó las elecciones de su gremio en 1985. Entonces trabajaba codo a codo con Ubaldini en la combativa CGT Brasil. "Pero después traicionó a Ubaldini -arguye un conocido abogado de larga trayectoria en la CGT- y pactó con [Carlos] Menem asistiendo en silencio al desmantelamiento del ferrocarril, que fue avalado bajo el famoso discurso de ?ramal que para, ramal que cierra´".Algunos memoriosos dan, incluso, la fecha precisa en la que Pedraza "se dio vuelta": según ellos fue en octubre de 1988, cuando Antonio Cafiero perdió la interna contra Carlos Menem y Pedraza se sumó rápidamente al bando de los vencedores. "Apoyé a Menem como lo hizo todo el peronismo, del mismo modo que ahora apoyo a Kirchner. Y apoyé las privatizaciones de los noventa, como lo hizo todo el peronismo y también los medios de comunicación", desafía.Claro que Menem supo recompensarlo con creces. Según relatan en ADFA, el sindicato que agrupa a los técnicos y profesionales ferroviarios, ya en 1990 Pedraza accedió a una gerencia en la estatal Ferrocarriles Argentinos. Siguiendo este relato, cuando el servicio se privatizó, el sindicalista colocó a sus allegados en directorios de las concesionarias privadas de trenes.En esos años, Pedraza firmó un acta-acuerdo con el Banco Mundial para financiar los retiros voluntarios. "De los 114 mil ferroviarios que había en 1990, hoy quedamos 14 mil y una red devastada. Además, los 80 mil que quedaron afuera fueron a engrosar la lista de desocupados", apunta el ingeniero Norberto Rosendo, presidente de la Comisión Nacional Salvemos al Tren. Claro que Pedraza ve estas cosas de otro modo: "La gente huía de la empresa; pero, claro, después se dieron cuenta de que el kiosquito que pusieron con el retiro no funcionó".Pero lo que sí funcionó, al parecer, fue su alianza con Menem, quien poco antes de dejar el poder lo premió con la concesión a su gremio de Belgrano Cargas, una empresa de trenes de carga cuyos ramales nos unen con Chile y Bolivia y en la que Pedraza colocó como presidenta a su esposa, la contadora Graciela Coria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario