martes, 9 de noviembre de 2010

No a la violencia kirchnerista.

Queremos al núcleo juvenil de “La Joven Argentina”

No a la manifestación ideológica violenta como la de los jóvenes de La Cámpora

Por Nélida Rebollo de Montes



Nada menos libre que la brutalidad vacía como el insulto de la Jefa de Estado que trata de loros repetidores, necios, perros y otras lindezas a caballeros independientes.

Las palabras llenas de salvajismo hieren pero no disculpa a quien las emite desde un alto cargo.

Un grupo de jóvenes, correspondiente a la generación nacida bajo el signo de la Independencia Nacional, se organizó en 1837 con el propósito de trabajar por el futuro político de nuestra patria –de su patria-. Integraban el grupo nada menos que Juan Bautista Alberdi, Vicente Fidel López, Félix Frías, Carlos Tejedor, Demetrio y Jacinto Rodríguez Peña, José Mármol, Antonio Somellera, Miguel de Irigoyen, Pastor Obligado, Carlos Paz, Marcos Sastre y otros ilustres caballeros.

Los jóvenes de entonces se reunían para estudiar profundamente la vida nacional para desentrañar el auténtico espíritu nacional o mejor dicho el auténtico espíritu de nuestra patria. Previamente habían estudiado temas filosóficos, literarios e históricos. Pero la inquietud de estos jóvenes giraba en torno a la comprensión de la época para superar la discordia civil entre unitarios y federales, porteños y provincianos, gente de gran personalidad y aspirantes a sentirse libremente responsables. Pensaban que cuando la discordia cesara llegaría el momento de pensar en la unión de todos para trabajar en la organización constitucional del país.

Marcos Sastre, propietario de una librería le abrió los brazos a esta juventud y el 23 de julio de 1837 inauguraron el “Salón Literario”. Al año siguiente y contando con la ayuda de un verdadero apóstol de la libertad y de la democracia, Esteban Echeverría, fundaron “La Joven Argentina” que se llamaría luego la “Asociación de Mayo”. Puede considerarse esa agrupación representativa de la primera generación argentina privilegiada por escuchar emocionados la lectura que Esteban Echeverría concibe como palabras simbólicas que encabezarían el credo o dogma social por el que se proponen trabajar y luchar. Sus palabras son: asociación, progreso, fraternidad, igualdad, libertad, Dios centro y periferia de nuestra creencia religiosa: el Cristianismo, su luz. El honor y el sacrificio, móvil y norma de nuestra conducta social. Adopción de todas las glorias legítimas de la Revolución (1810) y desprecio de toda reputación usurpada e ilegítima. Son la continuación de las tradiciones ilustradas de la Revolución de Mayo de 1810. Al igual que Independencia de las tradiciones retrógradas que nos subordinan a la indeseada emancipación del espíritu americano. Organización de la Patria sobre las bases democráticas.

Confraternidad de principios, fusión de todas las doctrinas progresivas en un centro unitario. Hay más expresiones del Dogma Social y suscitaron la unánime adhesión de los presentes quienes como recordara más tarde Juan María Gutiérrez, hicieron flamear en el salón que cobijó a la juventud patriótica, la bandera azul y blanca.

Redactó el código de significado de las palabras simbólicas, Esteban Echeverría, completándolo luego Juan Bautista Alberdi.

El Dogma Social fue titulado: “Código de declaración de los principios que constituye la creencia social de la República Argentina”. Sin esta inspiración genial –se ha dicho- no tendríamos hoy las “Bases y Puntos de Partida para la Organización Nacional” de Alberdi, ni el “Facundo” de Domingo Faustino Sarmiento donde es posible compartir un pensamiento poderoso, verdadera inspiración del genio argentino. Pero en 1838 antes de llegar la hora de la aurora, el tirano Juan Manuel de Rosas de pensamiento descompuesto y absolutista miró con recelo a los miembros de “La Joven Argentina” y la sombra de la mazorca criminal comenzó a expandirse amenazante. Luego vendría el destierro de los ilustres patriotas que no pudieron permanecer con dignidad y libertad en su propia patria.

Echeverría estimuló a los jóvenes en el auténtico amor a la patria y en la esencia misma del gobierno republicano instituido para el bien de la comunidad. El Dogma de Esteban Echeverría sostiene que para que haya democracia es necesario procurar el bien de la comunidad. Consideraba que el fin del Estado se logra cuando los derechos personales y sociales –y los consecuentes deberes- se encuentran preservados con el más amplio y libre ejercicio de sus facultades.

La democracia que soñó Esteban Echeverría está presente en las palabras simbólicas del Dogma, considerada una esencia viva de los gobiernos republicanos instituidos para el bien común en la sociedad. La concepción integral que tenía este gran patriota del Derecho está en su manual dedicado a la juventud y en él confirma que le confiere a su escrito sobre la democracia un fundamento cristiano.

Reconoce que todos los deberes nacen de la ley moral o, lo que es lo mismo, de la religión porque sin ella la ley no tiene fuerza obligatoria, ni autoridad ni sanción.
Reverenciando a los hombres de Mayo y al Nacimiento de la Patria, Echeverría afirmó su entrañable amor por la libertad que no es libertinaje, ni anarquía, ni inmoralidad. El régimen republicano –decía, sólo es posible con los que resultan seleccionados entre los más capaces y los más virtuosos. Condenó a los que contribuyeron con su voto a entronizar en nuestra patria un régimen de oprobio y agregó que la audacia y el crimen “suben alto, y el charlatanismo y la incapacidad acechan para imperar. Que no hay supremacía legítima sino de los talentos y virtudes”.

Los jóvenes de la primera generación argentina no se declararon rebeldes ni transgresores, se dedicaron a profundizar mediante el estudio, las antinomias y las divisiones irreconciliables, y cómo unir a todos en la convicción de trabajar por la organización constitucional del país. Se empaparon de la esencia independista y sus merecimientos. Sabían y entendían cada paso que se debía dar en esta inconmensurable Argentina, para bien de todos. Prevalecía en su inquietud de libertad el amor a su patria con equilibrio y sabiduría.

En estos tiempos “revueltos” alguien tiene que constituirse en guía para la solución de los verdaderos problemas que nos acucian por la perversa incitación a la violencia cuyo recrudecimiento tiene imprevisibles consecuencias. No se puede transar con los responsables del caos y menos ignorar que el aparato político sindical único y obligatorio pretende avasallar el derecho de todos los ciudadanos.

El enemigo no está en retirada como creen algunos. Alguien incentiva su perverso accionar. Además, entre los verdaderos problemas figura el tema crucial del racismo y sus horrendas implicancias el colaboracionismo de extrema izquierda con encapuchados; garrotes en mano y armas peligrosas escondidas. Debemos hacer algo para cambiar un mundo endurecido por el odio.

La propaganda gubernamental se basa en los procesos interminables contra los que ofrendaron su vida para que la peste de la violencia criminal organizada no avanzara. Pero los inquisidores de las ideologías hipócritas abusan de la mentira para condenar a unos y premiar a otros en nombre de los derechos humanos. Los malogrados jubilados consideran que no hay peor desgracia, que ser despojados de sus derechos de hacer uso del dinero ahorrado para su propia supervivencia.

Celebremos el deseo de recuperar el estilo de vida de nuestra sociedad civilizada que antes fue forjadora de trabajo para vivir con dignidad. Rechacemos la inmoralidad, la mentira, la inseguridad. Denunciemos la falsedad de una legalidad inexistente que sólo persigue la división entre los argentinos con enfrentamientos vengativos que malogra el progreso. Accionemos para que haya una conducción que no frustre la dignidad argentina y su futuro.


Nélida Rebollo de Montes, Profesora y periodista, distinguida con el Premio Benefactora de la Cultura. Ingresó en la Academia Provincial de la Historia con el trabajo titulado “Mujeres de mayo y prácticas electorales de 1816”. Con el voto unánime ingresó a la Sociedad Argentina de Escritores, institución que la distinguió con la “Pluma de Oro”, con la “Faja de Honor” y el “Gran Premio de Honor”. Autora del libro “Nuestro Tiempo y Nuestras Razones”, que incluye artículos de su profesión periodística, afrontando la difícil tarea del comentario instantáneo sobre los acontecimientos que se suceden diariamente. La gente valora en ellos el estudio relevante sobre el presente. El libro figura en las Universidades de Yale, de Columbia y en el catálogo online de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos de Norteamérica.
Su Ensayo “Rosalía de Castro. Antonio de la Torre : dos testimonios de la pasión poética” fue incluido en la Biblioteca de la Universidad de Santiago de Compostela de España, en la Biblioteca Pública de Nueva York y en la Universidad Stony Brook de Nueva York de Estados Unidos de Norteamérica. Fue galardonada, en 1986, con el premio internacional “Honoris Causa”, otorgado por la Acción Católica Argentina con sede en Los Ángeles, Estados Unidos de Norteamérica. En el mismo año, la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de Estados Americanos (OEA) la premió en el año internacional de la Paz.
Fue elegida, en 1990, “Ciudadana Ilustre” de la Municipalidad de la Capital de San Juan y condecorada, en 1994, por el Diario la Razón. El Centro de Artistas Plásticos de San Juan la consagró, en el mismo año, “Benefactora del Arte”. Tres veces premiada, en 1997, 2001 y 2005, por ADEPA (Asociación de Entidades Periodísticas de la Argentina) y, en 1990, con el “Santa Clara de Asís”.
La Dra. Rebecca Ann Bill de la Universidad de Stanford de California, Estados Unidos, contratada por FORES (Foro de Estudios sobre la Administración de Justicia de la República Argentina) consultó como fuente de de información un artículo periodístico de la Profesora Nélida Rebollo de Montes (argentina) titulado “La Suprema Corte de Justicia en la Presidencia de Mitre” y un libro del Dr. Harold J. Berman (estadounidense) de la Universidad de Cambridge y profesor emérito de la Universidad de Harvard. De ambos autores la Dra. Bill utilizó datos para su obra de investigación “Medición de la autonomía judicial. Juzgado Federal de primera instancia en lo penal de la República Argentina".

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