martes, 29 de marzo de 2011

Homilia del Cardenal Bergoglio en memoria de las víctimas del trabajo esclavo.


Arzobispado de Buenos Aires
OFICINA DE PRENSA



Desgrabación de la homilía del Sr. Arzobispo de Buenos Aires Cardenal Jorge Mario Bergoglio s.j., con motivo de la Misa en memoria de las víctimas del trabajo esclavo a los 5 años del incendio del taller clandestino de Luis Viale 1269.

Después de haber escuchado la Palabra de Dios hagamos un instante de silencio en nuestro corazón para recordar a siete personas, que trabajaban aquí en un régimen de esclavitud hace cinco años. Harry Rodríguez Palma tenia 5 años; Wilfredo Quispe Mendoza 15 años; Juana Vilma Quispe 25 años y un hijo que llevaba en el vientre cuyo nombre solo Dios conoce; Elías Carabajal Quispe 10 años; Rodrigo Quispe Carabajal 4 años y Luis Quispe 4 años. Esos chicos que tenían toda una vida por delante, chicos como algunos que están sentados aquí. Ellos vieron truncada la vida por una conducta que se repitió siempre a lo largo de la historia y que en la Biblia aparece manifestada por un señor muy poderoso que se llamaba Herodes, a quien no le importa matar a los chicos con tal de lograr su cometido. Esos chicos mueren en este incendio en una casa clandestina de trabajo esclavo. Dios le dijo una vez a Caín: “La sangre de tu hermano clama justicia…”. Esa frase de Dios la repetimos hoy: ”La sangre de estos siete hermanos nuestros clama justicia”. Se ha degenerado el sentido del trabajo porque el trabajo es lo que te da dignidad.
La dignidad la tenemos por el trabajo, porque nos ganamos el pan, y eso nos hace mantener la frente alta. Pero cuando el trabajo no es lo primero sino que lo primero es la ganancia, la acumulación de dinero, ahí empieza una catarata descendente de degradación moral. Y termina esta catarata en la explotación de quien trabaja. Esta frase no es mía, la dijo ayer el Papa en una audiencia. Cuando se revierte el verdadero fin del trabajo el centro del trabajo que es la persona empieza a crecer el afán de dinero insaciable y ahí todos los medios para terminar en la esclavitud.
Una vez dije en Constitución, en una anterior misa por las víctimas de la esclavitud y exclusión, que lo que nos enseñaban en el colegio sobre que la asamblea del año 13 había abolido la esclavitud eran cuentos chinos… a los más está en un escrito. Pero en esta Buenos Aires tan vanidosa, tan orgullosa, sigue habiendo esclavos! Sigue habiendo esclavitud! Todo se arregla… Buenos aires es coimera y lo es de alma, y el recurso a la coima tapa todo. Los corazones se endurecen.
Hoy rezábamos el Salmo 24: “…Cuando escuchen la voz del Señor no endurezcan el corazón...“haciendo referencia a la escena de la roca dura que Moisés golpea y sale agua. La voz del Señor clama por estos siete hijos muertos, y muertos en esclavitud. La voz del Señor golpea con su Palabra tantos corazones de piedra, y hoy venimos a rezar para que esos corazones dejen brotar aguas de lágrimas, de arrepentimiento, de cambio de vida… Para que esos corazones no piensen que esto no se paga, seducidos por la costumbre del “como arreglamos”. Se paga aquí o allá pero se paga!. Pero sobre todo venimos a pedirle al Señor que nuestros corazones crezcan en conciencia, que no tengamos miedo de luchar por esta justicia que, hoy podemos repetir otra vez, es tan largamente esperada.
Justicia por estos hombres y mujeres sometidos a la trata de personas en cualquiera de los rubros… talleres clandestinos, prostitución, chicos sometidos en trabajos de granjas y los cartoneros que no han podido todavía unificarse, como algunos de ustedes lo han podido hacer gracias a Dios, por los que viven de las migajas que caen de la mesa de los satisfechos. Estos no pueden sentir a Dios. Porque el endurecimiento de los satisfechos es algo muy duro difícil de explicar, tienen el corazón empachado de los valores que ellos creen que valen y no dejan entrar a la Palabra de Dios. Por eso Señor te pedimos que cuando les golpees el corazón a ellos que no se endurezcan, que abran el corazón.
Rezamos también por todos ustedes, por nosotros, por tantos que no conocemos y están en esta situación. Y de una manera especial quiero rezar por los que están aquí y que tienen coraje! Y que arriesgan la vida a cada instante para luchar por la justicia y denunciar que en Buenos Aires todavía hay mucho trabajo esclavo!. Que Dios los fortalezca, que Dios los mantenga allí en esa lucha por el hermano, por la justicia, una lucha por el amor de Dios. La gran ilusión de Jesús es que estuviéramos hermanados, pero el otro proyecto, el contrario, es muy fuerte, es muy fuerte. Y somos víctimas de la compra y venta. Compra y venta de cariño, de amor, de personas, de trabajo…
A los responsables de la muerte de esta gente, de estos chicos sobre todo, a los Herodes que todavía viven en Buenos Aires y que se enriquecen con la sangre de los chicos, que se enriquecen con la sangre de los pobres, que Dios les toque el corazón y los convierta. Y a nosotros que nos toque el corazón para seguir luchando por justicia. Que así sea.

Buenos Aires, 27 de marzo de 2011.

Cardenal Jorge M. Bergoglio , s.j.

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