viernes, 22 de octubre de 2010

El contexto de la muerte de Mariano Ferreyra.

Ademys informa: 22 DE OCTUBREde 2010
Por Horacio Meguira Departamento Jurídico de la CTA

El asesinato de Mariano Ferreyra no puede descontextualizarse de la situación de los trabajadores terciarizados ni de la lucha que venían emprendiendo para ser equiparados en salarios y condiciones de trabajo a los que están comprendidos en el convenio colectivo vigente para los dependientes de las empresas “terminales”.
Desde que se reinició la negociación colectiva salarial en el 2003, se comenzó a percibir la brecha entre los trabajadores de las categorías más altas con las más bajas. En algunos casos, como el de las empresas terciarizadas ferroviarias, los convencionados perciben remuneración que llega a triplicar los salarios de los dependientes de las sub-contratistas.
Este fenómeno de “terciarización” se repite en todas las actividades industriales o de servicios. Los grandes sindicatos como la Unión Ferroviaria , Luz y Fuerza, Asociación Obrera Textil, etc. no permiten la afiliación a dichos trabajadores. En los convenios colectivos no son representados. Las unidades de negociación no contemplan ni los salarios ni las condiciones de trabajo de los “precarizados”.
En muchos casos como el de los ferroviarios, las tareas de trazado, reparación o mantenimiento de vías son efectuadas por estos trabajadores que no están encuadrados en ninguna categoría profesional de los convenios de la actividad. Por ende sus tares son polivalentes, sus horarios interminables, su remuneraciones insignificantes, y por sobre todo se les impide sindicalizarse. Ante el mínimo intento son amenazados o despedidos inmediatamente.
A partir de la propuesta de CTA, muchos terminaron por convencerse de la necesidad de que todos los trabajadores tengan el derecho de constituir las organizaciones que crean convenientes, y que la libertad sindical es la precondición imprescindible para revertir semejante situación de sobre-explotación. Negada la afiliación a los sindicatos constituidos, y dadas las condiciones favorables generales por fallos de la Corte Suprema (ATE y Rossi) comenzaron a organizarse por intermedio de nuevas organizaciones, capaces de contener sus reivindicaciones.
Esta situación resulta intolerable para las empresas y para los sindicatos tradicionales. Ello sucede porque la mayor brecha entre costo-beneficio se da en el trabajo “terciarizado”. El costo del salario, sobre todo en las empresas de mano de obra intensiva, es insignificante en los tramos donde se produce “por fuera de convenios”. La mayor renta empresaria es consecuencia de la elaboración que se lleva a cabo antes del producto terminado y distribuido.
El Capital trata de impedir la organización de estos trabajadores. Este es el contexto donde hay que analizar el asesinato de Mariano Ferreyra. No es un hecho aislado o incausado, sino consecuencia de dicha organización. Este “sistema” se complementa con rol que cumplen los llamados “Sindicatos empresarios” como la Unión Ferroviaria, y de dirigentes como José Pedraza, que fue socio y cómplice del despojo y saqueo de los Ferrocarriles en la década del '90. Ellos tienen como función evitar cualquier atisbo de agrupamiento que altere este modo de producción o servicio. Su asociación y complicidad con la empresa tiene como finalidad mantener el statu-quo. Y esta es a su vez la causa de su permanencia vitalicia en los cargos de dirección. Para las empresas estos “sujetos” son mas confiables, seguros y previsibles.
No es un enfrentamiento derivado de un conflicto intersindical. Por el contrario es un conflicto con las empresas concesionarias administradoras del Ferrocarril Roca, sus empresas descentralizadas (casi todas de propiedad del mismo consorcio) y con el Ministerio de Trabajo que tolera esta situación, favoreciendo la monopolización de la Unión Ferroviaria , y desconociendo a cualquier organización por “fuera” de ella. El asesinato es consecuencia.
En este caso es más claro aún, cuando se advierte que los abogados históricos de la Unión Ferroviaria fueron Carlos Tomada, Noemí Rial y Oscar Valdovinos. Nombres muy familiares al poder gobernante.


Ademys
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