martes, 12 de octubre de 2010

Argentina en el mundo.

Relaciones externas

A nivel de las relaciones internacionales, los desencuentros de la Administración Kirchner han sido más de uno en estos días, y a la cabecera se encuentra uno que provocó el llamado del embajador chileno en Argentina, por parte del gobierno trasandino.

Por Julia Rodríguez Larreta

En este mundo de contradicciones, la Argentina montó con gran despliegue (adornado por gigantografías de Cristina y Néstor de un indisimulado culto a la personalidad) un stand en la Feria Mundial del Libro, en Francfort. Pero resulta que ante el peligro de que sus instalaciones cayeran embargadas por la justicia del país anfitrión, hubo que inventar un artilugio para que no fuera el estado argentino el responsable, sino una ONG. Una institución mixta, compuesta por el sector privado y el público y por ende, no susceptible a embargos inconvenientes. Tampoco voló la presidente, su abultado equipaje y la correspondiente comitiva, en el Tango 01, porque según se dijo, estaba justo en reparaciones. Lo hicieron en una aeronave alquilada. Por lo tanto, inembargable.

Como era de esperarse, aunque los argentinos creían que iban a zafar, Angela Merkel no dejó de plantear claramente a Cristina el asunto de la deuda. Con su clásico estilo directo, le reclamó el pago de los 6.700 millones de dólares que la Argentina le debe al Club de París (19 países europeos), con el cual mantiene el default, a pesar de los grandes titulares que hace un tiempo merecieron los anuncios de que Argentina, por fin, iba a saldar esa cuenta. Palabras que se llevó el viento.

La canciller alemana no dejó de insistir en la conveniencia de que el FMI intervenga en la reestructuración de la deuda y que la Argentina acepte su supervisión, lo que no le hace ninguna gracia al gobierno argentino. Y no es de extrañar, dado que el FMI ha puesto en duda una y otra vez, las cifras oficiales de la economía argentina.

Pero a nivel de las relaciones internacionales, los desencuentros de la Administración Kirchner han sido más de uno en estos días, y a la cabecera se encuentra uno que provocó el llamado del embajador chileno en Argentina, por parte del gobierno trasandino.

Porque haber negado la extradición a un sospechoso de terrorismo, acusado de asesinato y secuestro en épocas democráticas, para ser juzgado en su país, donde rige un estado de derecho pleno, es inconcebible.

Sobre todo una semana después de que Argentina pidiera la extradición de sospechosos iraníes por el atentado a la AMIA y cuando la Suprema Corte de Justicia había aceptado la demanda de la justicia chilena.

Era inevitable que el cobijar a esta persona bajo el status de refugiado político fuera tomado por Chile como una ofensa, del momento que con esta actitud se da a entender que no existen garantías republicanas en el vecino país. Por lo tanto, es difícil de comprender por qué a la presidente argentina no le ha preocupado dañar las relaciones bilaterales. Aunque a decir verdad, cuando la crisis del gas, le cortaron tranquilamente el suministro de dicho combustible sin el menor reparo, a pesar de lo pactado.

Cabe al respecto la pregunta de si la decisión se debe, aunque parezca absurdo, a compromisos con ciertas organizaciones de derechos humanos cercanas. Entre ellas la de las Madres de la Plaza de Mayo, cuya líder, Hebe de Bonafini, ha sido instrumental a los intereses de los Kirchner en más de una ocasión. Como por ejemplo, con el escrache a la Suprema Corte de Justicia de la semana pasada. Si bien las barbaridades de Bonafini contra los magistrados del Supremo Tribunal, fueron tan descabelladas, que terminaron siendo un boomerang que se estrelló contra la Casa Rosada.

Y la frutilla de la torta es que la tal señora, según informa La Nación, hospedaba al etarra que acaba de ser detenido en España, Walter Wendelin, líder del grupo Askapenda. Organización dedicada, supuestamente, a la propaganda. Pero recientemente se descubrió que actuaba en el reciclado de cuadros que reciben cobertura en América Latina. El tal señor no solo dio clases en Argentina, sino que viajó entre ese país y el nuestro, en varias oportunidades.

Sería entonces de recibo investigar qué hizo y dónde estuvo en Uruguay.

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